Por: Marcos Slipakoff
El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos españoles firmaron el Decreto de Alhambra o Granada por el cual se le dio plazo hasta el 31 de julio de ese año a todos “los judíos y judías de sus reinos que se negasen a la conversión para que saliesen de sus dominios”.
A pesar de ello, algunos judíos obtuvieron un par de días de gracia y, paradójicamente, algunos de los barcos que se los llevaban estaban en el Puerto de Palos, junto a las carabelas de Colón.
El 2 de agosto, Cristóbal Colón dio la orden de embarcar y ascendió a “La Santa María”, una de las tres famosas carabelas.
Pero las mismas recién zarparon al alba del día siguiente.
¿Por qué?
En el artículo publicado por el doctor Cecil Roth, en ‘The Menorá Journal’ Tomo XXVIII, Octubre-Diciembre de 1940, responde:
“Se hizo vela el día 3 de agosto porque el día anterior era el 9 de Av en el calendario hebreo (día de ayuno por recordarse hechos trágicos para los judíos como la destrucciones del templo de Jerusalem por Nabucodonosor, primero, y, luego, por Tito).
Además, según los rabinos, quienes trabajan ese día no obtendrán bendición alguna.
¿Fue coincidencia o Colón lo sabía por sus antepasados?
¿Se lo solicitó la tripulación?
Celso García de la Riega, erudito historiador español, afirma que un porcentaje importante de la tripulación que acompañaba a Colón estaba integrada por judíos que huían de España y conversos.
En su excelente obra denominada ‘Marginalidad y Judaísmo en Cristóbal Colón’, Alberto Liamgot acota que “quien quiera, que pase revista a los 90 tripulantes de su primer periplo, entre los que no hubo ningún sacerdote, a pesar de su carácter misional, se obligará a tropezar con nombres tales como los del converso Luis de Torres, Rodrigo de Triana, Maestre Bernal, Alonso de la Calle, Diego de Arana...”.
Pero ellos no fueron los únicos conversos que participaron en la empresa de Colón, también podemos retroceder a sus primeros pasos y mencionar a quienes lo ayudaron en forma directa o indirecta.
Los conversos Luis de Santangel y Gabriel Sanchez fueron sus financistas y quienes impulsaron el proyecto; asimismo hubo “cristianos nuevos” como los sacerdotes Juan Pérez, Hernando de Talavera y Diego de Deza que oficiaron de intermediarios ante los Reyes Católicos.
La lista no estaría completa si no mencionáramos al electo de estudiosos judíos que la Edad de Oro Hebreo-Española le brindó al mundo de las ciencias y contribuyó en el campo de la física, la astronomía y las matemáticas.
Entre otros están al gran astrónomo Abraham Zacuto; el viajero medieval Benjamín Tudela; y dos expertos en relojes y astrolabios como Efraín Bellschom e Isaac Nafuci.
Por otra parte, gran parte de la información científica española procedía de la Academia de Sagres, dirigida por el judío Maese Jacobo de Mallorca; y el famoso ‘mapamundi’ utilizado por Colón, como muchos otros marinos y navegantes, fue diseñado por el judío Abraham Cresques.
¿Y Colón?
Como se ve, muchos conversos participaron en la vida y aventura “americana” de Colón, pero ¿él también lo era?
Según Pedro de Frutos en su libro ‘El enigma de Colón’, “el nacimiento de Colón, en lo que refiere a fecha y lugar, es un enigma. En la actualidad solo tres lugares parecen sobrevivir con garantías como cuna del almirante: Cataluña, Galicia y Génova".
La tesis gallega es la que más adeptos tiene porque se basa en :
1- El idioma: Colón jamás se expresó en italiano puro.
Su latín era el que se enseñaba en Galicia, al tiempo que los vocablos gallegos y lusitanos completaban sus escritos.
2- El lugar:
Celso García de la Riega descubrió en los archivos de Pontevedra unos documentos referentes a una familia judía del siglo XIV apellidada Colón y varias de estas personas coincidían con los parientes del navegante:
Domingo, Cristóbal y Bartolomé.
3- Autos de fe:
En Tarragona figuran entre los condenados en 1489 un cierto Andrés Colón, su mujer y su suegra por haber observado los ritos judíos.
4- El apellido de la madre:
Alberto Liamgot en la obra mencionada cita un párrafo interesante sobre la afirmación de Bension Golberg realizada en su libro ‘Historia de los Estados Unidos’:
“Estudios que se han hecho señalan que en 1435 había en Pontevedra un Abraham y un Eliezer Fonterrosa y que la madre del Descubridor, doña Susana Fonterrosa, tuvo ascendientes de nombre Jacob y Benjamín.
Otra curiosidad en la vida de Don Cristóbal es el modo en que va cambiando su apellido ya que desde que llega a Portugal hasta que parte de Puerto de Palos se lo ha llamado Colombo, Columbo, Cólom, Colomo, Colono hasta el más conocido por nosotros: Colón.
Según Celso García de la Riega “el navegante habría tratado siempre de ocultar su origen por ser judío, ya que los disturbios ocurridos en Galicia, a mediados del siglo XV, habrían obligado a los Colón gallegos a emigrar a Génova” y además, en Castilla, se habían condenado a conversos judaizantes que tenían el mismo apellido que él.
Otro elemento que enriquece la teoría sobre su origen se refiere a su firma.
Si bien Colón encabezaba todas sus cartas con una cruz como era costumbre en la época, de las trece cartas que le escribió a su hijo solo una lleva la cruz porque iba a ser mostrada al Rey.
Esas cruces, si se las analiza en detalle estaban compuestas por 2 letras del alfabeto hebreo: “bet” y “hay”, o sea, Baruj Hashem.
Los descubrimientos de Colón Finalmente, si hasta ahora no se encuentra seguro sobre el origen de Colón, lo invito a leer el artículo de Rafael Pineda Yañez titulado “Para los que aún dudan que Colón era Judío”, publicado en la Revista Comentario número 35 de 1963.
En la página 42 comenta que “si Colón no hubiera sido judío nadie podría explicar, satisfactoriamente, por qué....se complacía en bautizar las costas que descubría con nombres inconfundiblemente judíos como:
ABRAHAM, dado a una ensenada de la Isabela, en las Lucavas; ISAAC, a una punta de la isla Santa María la Antigua, de las pequeñas Antillas; SALOMON, a un cabo de la isla Guadalupe; DAVID a una caleta de Jamaica y SINAI, a un monte de la Isla de Granada”.
¿Tendrá razón Yañez?